sábado, 21 de junio de 2014

2- Fuente de ingresos

-          No me sorprende que quieras continuar con el legado de Siete – dijo ella, sentada con los pies encima de la mesa- Pero es una locura lo que me propones.
-          ¿Por qué? –respondió Hawk- Locura era luchar abiertamente contra un enemigo superior. Esto consiste en desgastarlo hasta que esté a nuestro nivel.
-          No ves la imagen completa del cuadro- siguió, en un tono tranquilo- En primer lugar, te crees que yo puedo seguir dándote dinero sin que eso se note. En segundo, y cómo la mayoría de rebeldes del mundo, tus planes terminan una vez has logrado deponer al tirano. Y en tercero, te olvidas del traidor.

Hawk sabía que iba a encontrar resistencia en la conversación. Y sabía que ella exponía unos argumentos muy convincentes, pero no podía dejarse convencer por la sensatez de aquellas palabras. Estaba convencido, quizás de un modo demasiado idealista, que podría hacer cambiar de opinión a lady Oblondra.

Podía responderle con firmeza a todo lo que había dicho, excepto al último tema. Notaba la desagradable sensación de la bilis subiéndole por la garganta y la ira ardiendo en su pecho cada vez que alguien le exponía la posibilidad de que otro de sus amigos hubiese sido el causante de la caída de Rhivarian.

-          No dudo que financiarnos os supone un esfuerzo – dijo Hawk, intentando controlar su tono- pero no os pido que nos deis demasiado. Sólo os pido vuestra confianza.
-          Mi confianza se gana- respondió ella, quitando los pies de la destartalada mesa de la taberna y dejándolos caer en el suelo sin hacer apenas ruido- No vas a conseguirla si tu idea no es más que seguir el fantástico ejemplo de Siete
-          Yo no soy Siete –respondió, perdonando la ironía de la dama- Yo no espero que el pueblo se revolucione, ni tampoco he dejado de pensar en el futuro una vez la cabeza del príncipe esté en un plato
-          ¿Y qué planes son esos? –pregunto lady Oblondra, apoyando sus brazos cruzados encima de la mesa- Toda la nobleza, salvo un par de excepciones entre las que me incluyo, está encantada con el príncipe. Si os alzáis contra él, os alzáis contra todos
-          Pues entonces, necesitaré más platos

La mujer arqueó una ceja, pero no pudo evitar curvar la comisura de sus labios alzarse hasta formar una sonrisa. Hawk empezó a pensar que tenía posibilidades.

-          ¿Y qué hay del feo asunto del traidor? –preguntó ella
-          No es...algo que se haya demostrado –respondió Hawk en tono contrito, de nuevo intentando apartar la maraña de sentimientos
-          No es algo que quieras creerte, pero está más que demostrado –dijo ella, en tono grave
-          ¿A qué os referís?
-          Supongo que sólo conoces la versión oficial, en la que Rhivarian fue capturado tras una gloriosa victoria de las tropas de nuestro tres veces amado regente, cuando los rebeldes estaban asaltando un depósito de grano. –dijo ella, suavizando el tono para volverlo un tanto irónico- Pero lo cierto es que los atraparon tras una larga persecución que empezó en su base, en ese momento no tan secreta.

Hawk miró a la mujer con el rostro lleno de pesar, indiferente ya a que ella pudiera o no detectar su tristeza. Le dolía pensar que sus compañeros habían encontrado la muerte despertándose en medio de la noche con espadas enemigas en sus cuellos, pero le hería mucho más la certeza que tenía al darse cuenta de que no hubiesen encontrado la base sin ayuda de alguien que ya supiera donde estaba.
De nuevo, la ira reclamó su lugar en su pecho y el joven rebelde empezó a sentir como le iba resultando cada vez más complicado el resistirse.

-          Supongo que vos no sabéis quien dio el soplo –dijo, sintiéndose de pronto muy cansado
-          No.  De haberlo sabido, ya estaría muerto. – el tono natural de la mujer le hizo dudar entre si seguía con la ironía o si hablaba en serio- De hecho, ni siquiera el príncipe sabe quién es.
-          ¿Cómo? – la sorpresa se marcaba en la cara del joven, sin terminar de creerse lo que oía.
-          Él tiene la intención de recompensarlo, pero parece ser que el soplón prefiere quedar oculto hasta estar seguro que nadie va a cobrarse venganza. No deja de ser un gesto inteligente.
-          Pues entonces, tendré que ser más inteligente que él –respondió Hawk, cogiendo una de las jarras de cerveza medio vacías y dando un largo trago, notando un leve temblor en sus manos debido a la furia bajo presión- Encontraré el modo de vengarme.
-          Ah...vengarte. –los ojos de la mujer se perdieron durante unos instantes en un recuerdo distante. Pero en apenas unos segundos, regresó de donde fuera que hubiese ido- Véngate si lo deseas, dedica tu vida y la de tus aliados a rebanar cabezas en nombre de los muertos. Pero no cuentes con mi dinero.
-          ¡No es para la venganza que os pido ayuda! – Las emociones que tan cuidadosamente había estado guardado Hawk salieron a flote descontroladamente, como un lobo que hubiese pasado horas tirando de la cuerda que lo retenía y ahora, movido por el hambre y la rabia, atacara a todo ser que se le pusiera en medio- Siempre voy a llevar la muerte de mis compañeros en mi corazón, ¡pero es de crear algo nuevo de lo que estoy hablando, no de venganza! No tengo deseos de poder o gloria, ni quiero ser conocido, ¡deseo justicia! –Hawk golpeó la mesa con fuerza, ignorando el dolor que tenso sus dedos al hacerlo- ¡Deseo levantarme por las mañanas y saber que no me quedo quieto ante un poder corrupto, que no acepto simplemente un destino que no me gusta!  ¡Quiero causar tanto miedo a todos los regentes que estén por venir que no se atrevan a alzar la mano despóticamente jamás!

Lady Oblondra observó la explosión con el codo encima de la mesa y apoyando su barbilla en la palma de su mano, silenciosa. No movió un sólo músculo hasta que Hawk respiró hondo y volvió a sentarse, recogiendo la jarra de cerveza que había caído al suelo con el golpe en la mesa.

-          Disculpadme –dijo, en un tono seco- Pero el dolor aún es reciente
-          No tienes por qué hacerlo –dijo ella, en la misma postura pero con una expresión divertida- En cierto sentido ha sido culpa mía por tocar tan a la ligera cuestiones delicadas. Pero es mi manera de expresarme. Y me ha sido útil para conocer tus razones.
-          Esperaba poder exponerlas un poco mejor –dijo él, aún sintiendo como la ira recorría como acero fundido por sus venas- Pero no me encuentro en condiciones de ser sereno.
-          Así que no buscáis poder o gloria, sino inspirar miedo –comentó ella, mesándose distraídamente el pelo, como si el hecho de tener a Hawk rabioso le fuera indiferente
-          Inspirar miedo a aquellos que desean controlar el mundo a base de asustar a los de alma débil. –respondió el hombre, apretando los puños- Hacer que su veneno se gire en su contra
-          Entonces, no te resultará tan difícil –dijo ella, sonriendo con la ironía habitual- La mayoría de ellos tienen el alma tan débil como los que asustan.

Hawk vio en aquella sonrisa el atisbo que había estado esperando obtener esperanzadoramente. Parecía que por primera vez en la conversación ella empezaba a gustarle el asunto, y quizás, con un poco de suerte, aceptaba ayudarles.

-          ¿Os parece este plan mejor que el de Siete? –preguntó él - ¿Un plan por el que daríais dinero?
-          No –dijo ella, tajante- No por ahora.

El joven respiró hondo, notando como se le cerraba el cuello y la ira volvía a empujar para salir. Consiguió controlarse por última vez.

-          ¿Entonces cuándo? – preguntó en el tono más impávido que pudo adquirir
-          Si queréis que os de parte de mi pequeña fortuna en una empresa, primero tenéis que demostrarme que sois un socio de confianza –dijo ella, con la misma tranquilidad que había tenido durante toda la conversación- Y para ganaros la confianza deberéis cumplir con unos pequeños requisitos. Y cumplirlos bien. Sin errores.
-          Decidme qué queréis que haga, y lo haré –dijo, en un tono más tranquilo y notando de pronto una esperanza real que pensaba haber perdido para siempre. – Pero no seré vuestro criado. Seré vuestro socio.
-          Si quisiera más criados, contrataría a uno que no oliera como tu –respondió lady Oblondra riéndose levemente – No, esto no es un pago por unos servicios. Esto es un contrato. Tú eres mi socio, yo soy tu socia. Si tú consigues la victoria, la consigo contigo. Si yo caigo, tú caes conmigo. ¿Aceptas eso?
-          Acepto –dijo inmediatamente, de un modo impulsivo, aún sabiendo que quizás se arrepentiría algún día
-          Bien. Lo primero que debes hacer, es liberar a Lyra. Si lo consigues, me habrás demostrado ser algo más que un joven con pretensiones de rebelde idealistas. – Lady Oblondra sacó un pedazo de papel de su bolsillo y se lo entregó a Hawk- En el papel tienes el nombre de un buen amigo mío, un hombre que os ayudará en esta empresa
-          ¿Quién es esa tal Lyra y para qué la queréis liberada? –preguntó Hawk cogiendo el papel y guardándolo en el bolsillo
-          No quiero, queremos. –respondió, con la misma sonrisa irónica que Hawk empezó a ver que la caracterizaba- Es una hum....comerciante especializada en mercancía “especial” –al pronunciar la última palabra, alzó sus manos e hizo el gesto de las comillas
-          Entiendo... ¿ella nos proporcionará armas?
-          No.
-          ¿Comida? –preguntó Hawk
-          No
-          ¿...ropas?- dijo él, ya algo sorprendido
-          No
-          ¿Entonces, señora, qué nos va a dar que la necesitamos tanto?
-          Miedo empaquetado y listo para ser utilizado.
-          ¿Qué decís? –el joven intentó entender la misteriosa metáfora pero desistió al darse cuenta que la noble le estaba tomando un poco el pelo
-          No te preocupes- dijo ella, sonriendo- Hemos decidido confiar el uno en el otro. Bien, yo acepto darte dinero, pero tú aceptarás que me guarde las espaldas no dándote demasiada información. Si consigues rescatarla, seremos socios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario